|
|
“ Aquel 4 de enero de 1924 iba a ser un gran día, el preludio perfecto para las aspiraciones que habíamos depositado en nuestra distinguida firma, los Grandes Almacenes Madrid-París . La inauguración se había anunciado casi a diario en la prensa y para la ocasión contamos con la visita de SS. MM. el Rey Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia. Tras tres largos años de perseverar en trascendentales y duras gestiones abrían al publico tan suntuosos almacenes. Desde ese día Madrid contaba con un gran establecimiento mercantil al estilo de los famosos almacenes parisinos en los que estaba inspirado. Todo gracias al esfuerzo de aquellos que estuvimos implicados en la hazaña, y como no a la inestimable ayuda que nos brindaron los hermanos Gompel, de la firma francesa “Paris-France”, quienes en 1898 fundaron la cadena de Grandes Almacenes “Aux Dames de France”. |
|
|
Colocada la primera piedra en diciembre de 1920 sobre uno de los más amplios solares adquiridos en la nueva Gran Vía madrileña, 3.883 metros cuadrados de extensión en la ya olvidada, por alguno de vosotros, Avenida de Pi y Margall, se encomendó la edificación al arquitecto, que tanto debe la ciudad de Madrid, D. Teodoro Anasagasti , quien a partir de unos planos de origen francés, concibió un edificio en el que al penetrar en el interior el cliente quedaba verdaderamente sorprendido. Nunca olvidaré el grandioso espectáculo que presentaba el hall central de la planta baja realzado gracias a la luminosidad tamizada a través de la cúpula abovedada que coronaba la azotea de la planta cuarta. En sus formas era colosal, un total de seis plantas de elegantes líneas, coronadas y ensalzadas por dos distinguidos torreones, en cuyo interior se dispuso la construcción de dos depósitos con una capacidad de almacenamiento de nada más y nada menos que 100.000 litros de agua, que procuraban a la fachada principal un estilo único. |
|
|
|
|
|
|
El edificio supuso a nuestra firma un desembolso cercano a los 10.000.000 de pesetas y en el se podían adquirir géneros a precios que abarcaban desde los 5 céntimos a las 100.000 pesetas. Pasear por sus dependencias era poco menos que un primor: joyas, pieles, muñecas y juguetes, sombreros, porcelanas, artículos de viaje, caza y deportes, refinados perfumes, y un sin fin de géneros que nada tenían que envidiar de los que colman los centros comerciales de hoy en día y que son fieles herederos de nuestra tradición. No escatimamos en esfuerzos ni recursos para con sus equipamientos, contábamos con todo tipo de servicios: ascensores y montacargas, calefacción mediante calderas de agua caliente, suministro de energía eléctrica y de agua corriente garantizados, muelles de carga y descarga, línea telefónica, flota de camiones propia, vestuario para empleados, aseos, maniquíes y entre otros muchos, un magnífico salón de te donde las personas distinguidas de la sociedad madrileña podían encontrar un lugar predilecto. En verdad todos los materiales eran de primerísima calidad: mármoles, azulejos, maderas nobles, lámparas, lunas, etc. |
|
|
|
|
|
|
Aquella fría mañana de enero fue para todos nosotros una especie de calido sueño eternamente anhelado, pero tristemente os rebelo que con el transcurso de los años se torno en una amarga pesadilla. En la gestión del día a día las cosas no marcharon todo lo bien que hubiéramos querido, en este sentido, los continuos cambios en la gerencia, la introducción de nuevas estrategias comerciales, los despidos, o la apertura de nuevas secciones, como la de alimentación en 1927, no evitaron el peor de los males, causa de todos ellos: unas ventas insuficientes y un stock de mercancías que ni siquiera la rebaja de precios conseguía liquidar. |
|
|
|
|
Así fue amigos, hasta tal punto que durante los turbulentos años de 1933 y 1934 nos vimos obligados a cerrar las puertas acometiendo sustanciales reformas con el objeto de, arrendar el edificio a nuevas explotaciones comerciales y de ocio, suplantando de esta manera a los más exquisitos grandes almacenes de la capital. Abrieron entonces sus puertas los míticos Almacenes Populares SEPU (Sociedad Española de Precios Únicos), que paradojas de la vida se vieron abocados en fechas cercanas al mismo amargo final de sus predecesores. Más tarde, en 1935, abrió el cinematógrafo Madrid-París, y entre tanto Unión Radio, gracias al contrato celebrado con nuestra firma, siguió retransmitiendo desde la azotea como lo venía haciendo desde 1925. Como hoy lo hace la Sociedad Española de Radiodifusión, la SER. |
|
|
|
|
Posando junto a SS. MM. desde las escaleras del hall central del que un día fue el gran Madrid-París , gustosamente se despide de ustedes el Ex-Consejero Delegado, D. Santiago Gommes Rodríguez.” |
Los Reyes en la escalera del hall |
Para descargarse el texto íntegro de “SOCIEDAD MADRID-PARíS” (Pioneros de las Grandes Almacenes en Madrid), realizado por Rubén Díez García en el marco establecido en el Curso de Doctorado “Arqueología industrial: arqueología del trabajo en Madrid”, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Madrid, Septiembre de 2002: visita aquí la web del autor y contacta con el autor aquí. |
|
||||||
Parte de la información procede de la Guía de inmuebles históricos del COAM |
||||||
|